Por aquellos tiempos los dinosaurios recorrían la tierra, ya se habían separado las redes militar y científica, había salido a bolsa Netscape y la Red era ya un activo económico de primer orden. Todavía no era la niña de los ojos de Wall Street, pero ya empezaba a notarse un cierto perfume de burbuja en el aire. Fue entonces cuando el Gobierno Clinton decidió dar un paso clave de la mano de su pomposamente conocido como 'Zar de Internet', Ira Magaziner.
En juego estaba el Domain Name System (DNS, sistema de nombres de dominio), las 'matrículas' de la Red: los nombres (como 20minutos.es) que nos evitan usar los números (como 194.140.12.196) que utilizan los ordenadores. El contrato por el que la empresa Network Solutions gestionaba este recurso de Internet caducaba en marzo de 1998, y durante 1997 se fueron desarrollando planes. Por un lado el gobierno EEUU, apoyado por su industria, quería cimentar su influencia en el futuro destino de la Red. Por el otro una heterogénea coalición internacional de la comunidad internauta quería a todos los gobiernos, incluido el estadounidense, lejos. Ambas posturas estaban enfrentadas. De un lado, la Red; de otro, el gobierno EEUU. El 30 de enero de 1998 el gobierno Clinton publica el 'Green Paper', su plan para la transición. El plan no es bien recibido.
Lo que ocurre a continuación es que la comunidad internauta demuestra su poder al gobierno estadounidense, y cambia las tornas del debate. Durante la primera semana de febrero, y a instancias de Jon Postel, venerado veterano de la Red, Internet cambia su modo de funcionar; ocho de los trece servidores de los que depende el DNS dejan de obtener sus datos del 'rootserver' A para obtenerlos en su lugar del 'rootserver' B. Pocos notan el sutil cambio técnico [pdf]. Pero es un cañonazo que se oye en Washington alto y claro. Con esa pequeña alteración la empresa Network Solutions, una contrata del gobierno EEUU, queda fuera de juego. Postel y sus amigos cortocircuitan al gobierno estadounidense, dejándolo apartado de las raíces de Internet. En pocas palabras, roban la Red.
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