Es profesor de Arqueología e Historia de la Universidad de Málaga, y acaba de ser nombrado decano de la Facultad de Filosofía y Letras. Desde hace dos años dirige al equipo que lleva a cabo la exhumación de los restos de los miles de fusilados en Málaga durante la Guerra Civil y el franquismo, y que acabaron en las fosas comunes del cementerio de San Rafael.
A Sebastián Fernández, su carrera profesional le ha llevado a realizar excavaciones en necrópolis musulmanas, romanas, prehistóricas y visigodas. Ha desenterrado esqueletos de monjes y restos de 3.500 años antes de Cristo, pero nada puede compararse con lo que ha visto en el camposanto malagueño. Miles y miles de restos de fusilados a pie de fosa, con el tiro de gracia, con las manos atadas con alambres. Bastantes mujeres, algunas embarazadas y muchas con la medalla de la Virgen del Carmen. Invidentes, párrocos... «Una barbarie», recalca.
El juez Baltasar Garzón busca datos para enjuiciar al franquismo por un delito de genocidio. En alguna ocasión, usted ha utilizado esa palabra para referirse a lo que ocurrió en Málaga a partir del año 37.
Una guerra civil no es deseable. Es algo horrible. Pero lo más grave, bajo mi punto de vista, es la persecución y el absoluto genocidio que se realiza después, en la posguerra. Málaga es ocupada por las tropas de Franco en febrero del 37, y hasta el 51 se estuvo fusilando en el cementerio de San Rafael. Cuando iniciamos los trabajos de exhumación (16 de octubre de 2006), teníamos una relación de unas 2.500 personas. Ahora ya hay más de 4.400 documentadas y ya hemos exhumado 2.300.
Al hablar de las exhumaciones, hay voces que alertan de que se están abriendo viejas heridas.
Creo que es todo lo contrario: se cierran heridas. Es importante que la ciudadanía comprenda que la barbarie que ocurrió en la guerra y en la posguerra no se puede repetir jamás. Para mí, lo que he visto en San Rafael, ha supuesto un impacto muy fuerte.
¿Por no esperado?
No esperaba esa barbaridad. Cuando he visto la disposición de los cuerpos, el tiro de gracia, las manos amarradas con alambres... Ha sido muy fuerte. He tenido que cambiar a gente del equipo porque se quedaban bloqueados encima de un esqueleto. Bloqueados. Imagínese un día, y otro día...
¿En qué años se producen más fusilamientos?
El 37 fue horrible. Las primeras seis fosas que hemos exhumados corresponden a ese año. Por término medio, en cada fosa -que tiene unas dimensiones de diez metros de longitud por tres de anchura- hay 250 esqueletos. La cifra de fusilamientos es desorbitada. En el caso de Málaga, los peores años fueron el 37 y el 39.
¿Qué revelan los restos?
Su disposición es totalmente dispar. Nunca aparecen bien colocados, pero sí de cúbito supino, de cúbito prono... Hay párrocos. Lo sabemos porque portaban en las manos crucifijos de grandes dimensiones y había restos de sotanas. Sabemos que uno de ellos es el cura de Mijas. Había un caso espeluznante de un esqueleto que parece que se mantuvo con vida, que intentó salir y que ahí le fallaron las fuerzas. Está como de rodillas, agarrado a lo que es el perfil de la fosa. En otro, hemos encontrado en la garganta una especie de pañuelo. Se lo debieron hacer tragar.
Tremendo.
También entre los familiares hay casos muy especiales, como el de la señora Paca. Su padre llegó muerto al cementerio y el sepulturero era amigo de él. Le dijo al piquete que lo dejara a un lado, que él lo enterraría. Le dio una sepultura 'regular' (con los brazos cruzados) y avisó a su esposa. Desde entonces, la esposa puso un ramito de flores en el lugar. Luego continuó su hija. Por eso sabíamos la localización de una fosa. Su padre medía 1,56 metros y en esos momentos calzaba unos botines buenos. En el momento en el que descubrimos un esqueleto en una posición 'normal' y con esas características supimos que era él.
Es decir, que se pueden identificar ya algunos restos.
Hay que tener en cuenta una cosa: la Asociación Por la Memoria Histórica lleva funcionando años. Son 400 socios y hablamos de 4.500 personas. Estamos esperando a que los familiares pierdan el miedo... Muchos tienen miedo.
¿Miedo a qué?
Miedo a hablar o a ser identificados como nietos de... Hace cinco años, la ciudadanía malagueña desconocía que en el cementerio de San Rafael había 4.500 personas represaliadas por el régimen franquista. No lo sabían. Muchos de los malagueños castizos sabían que en San Rafael habían tenido lugar los fusilamientos, pero de ninguna manera de esa forma masiva. Tenemos en los listados personas de todos los pueblos de Málaga, y gente de Córdoba, de Almería... Aquí en Málaga fue un genocidio absoluto. Yo empleo la palabra porque lo que ocurrió fue una barbaridad. Muchos fueron fusilados a pie de fosa. Les obligaron a cavar la fosa, los pusieron al borde y fueron fusilados. Debió ser algo realmente espeluznante.
El artículo de Gema Martínez en el Diario Sur
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